El sistema inmunológico es el guardián de nuestro organismo. Está conformado por una red compleja de células, proteínas y tejidos que funcionan como un micro ejército encargado de protegernos frente a sustancias dañinas del exterior, como virus, bacterias o toxinas.
Dos tipos de inmunidad
Nuestro cuerpo cuenta con dos formas principales de defensa:
Inmunidad innata
Es la primera barrera de protección, con la que nacemos. Actúa de manera inmediata ante cualquier agente extraño, aunque no genera memoria inmunológica. Dentro de esta defensa se encuentran la piel, las mucosas o la fiebre, que ayudan a impedir que los microorganismos ingresen y se multipliquen en nuestras células.
Inmunidad adquirida
Se desarrolla a lo largo de la vida, a medida que tenemos contacto con gérmenes, bacterias o virus. El organismo reconoce a estos invasores y produce anticuerpos, sustancias específicas que nos defienden y nos permiten responder con mayor eficacia si volvemos a estar expuestos en el futuro.
¿Cómo actúan nuestras defensas?
Cuando un virus entra en el organismo, busca ingresar a las células para reproducirse. Aquí entra en acción primero la inmunidad innata, que intenta detenerlo en su ingreso. Si el virus supera esta barrera, interviene la inmunidad adquirida, que genera anticuerpos para neutralizarlo o eliminarlo.
El resultado es una respuesta integral: desde barreras físicas como la piel y la fiebre, hasta mecanismos especializados que destruyen los agentes dañinos.
¿Cómo mantener saludable nuestro sistema inmunológico?
Así como nuestro cuerpo necesita energía para funcionar, nuestras defensas requieren hábitos que las fortalezcan:
- Alimentación balanceada: incluir diariamente al menos tres frutas y tres verduras. Algunas opciones recomendadas son brócoli, espinaca, naranjas o mandarinas, ricas en vitaminas A, C y E, antioxidantes que protegen nuestras células.
- Probióticos: presentes en yogures y alimentos fermentados, ayudan a equilibrar la flora intestinal, clave en la respuesta inmune.
- Ejercicio regular: favorece la circulación y estimula las defensas naturales.
- Manejo del estrés: evitar situaciones prolongadas de tensión que debilitan el sistema inmune.
- Hábitos saludables: no fumar y moderar el consumo de alcohol, ya que ambos interfieren en la respuesta inmunológica.
Nuestro sistema inmunológico es un escudo vital que nos protege día a día. Mantenerlo fuerte depende en gran medida de nuestro estilo de vida: una alimentación adecuada, actividad física y buenos hábitos marcan la diferencia en nuestra salud y bienestar.
Fuente: Dra. Diana Leng – Medicina General – CMP: 49249
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